Revista Ciencias de la Tierra Infantil

Geo Infantil

Lorenzo y Valentín, los niños de la Patagonia

Dos montes de dibujos con caritas sonriendo

| Cuento Francisca Bow– Ilustraciones Claudia Oñate y Kevin Quinzacara

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Hace muchos miles de años, nuestro planeta era mucho más frío que en la actualidad y había un gran manto de hielo que cubría muchos de sus continentes, incluyendo la colita austral de Sudamérica llamada Patagonia. Sin embargo, pasó el tiempo y la Tierra aumentó su temperatura, así que esa capa de hielo comenzó a derretirse y a separarse en pedacitos más pequeños. Los que hoy en día llamamos campos de hielo y glaciares.

Mapa de Chile y Argentina con la ubicación de los montes

En el mapa puedes ver la ubicación de los niños de la Patagonia: el monte San Lorenzo y el monte San Valentín

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Dice la leyenda que lo único que no fue cubierto por hielo en esos tiempos lejanos, fue la punta de las montañas más altas de la Patagonia. Estas cumbres sobrevivieron al frío y adquirieron vida propia, convirtiéndose en niños como tú. Ellos son conocidos como “los niños de la Patagonia” y son los protagonistas de esta historia.

Uno de ellos es Valentín, quien vive solitario y presumiendo de su grandeza en medio del Campo de Hielo Norte.

Un día, Valentín recibió la visita de un niño desconocido:

— ¿Y tú quién eres? — preguntó Valentín, intrigado por su visitante.
— Mi nombre es Lorenzo y vivo en la frontera de Chile con Argentina, no muy lejos de aquí. Hace tiempo que te miro a la distancia y me pregunto si eres más alto que yo – dijo medio en broma, medio en serio.
— Es cierto, soy el Monte San Valentín, mido 4.058 metros y soy el más alto de tooooda la Patagonia — contestó Valentín.

Monte Valentín con 4.058 metros

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— Pues yo tampoco lo hago tan mal — replicó Lorenzo. También soy un gran monte. Yo mido 3.706 metros, un poco menos que tú. Pero a diferencia tuya, desde mi cumbre al oeste veo a Chile hasta el Océano Pacífico, mientras que si miro al este veo a Argentina que se extiende con sus pampas hasta el océano Atlántico. Tú no alcanzas a ver el Atlántico.
— Está bien, eres el segundo más alto de la Patagonia. Pero seguro que donde vives no saben que este campo de hielo antes era muuuuucho más grande. Tanto que alcanzaba el mar y casi me tapaba — dijo apuntando hacia el Océano Pacífico.
— ¿En serio? Donde yo vivo también había un campo de hielo inmeeeenso. Tan grande que cruzó la cordillera y también estuvo a punto de taparme — le advirtió Lorenzo, apuntando hacia Argentina.

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Valentín no estaba acostumbrado a perder, entonces contestó:

— Pero seguro que aquí era muchísimo más grande, porque el hielo aplastaba todo con más fuerza que un Tiranosaurio Rex, o más bien ¡más que todos los dinosaurios juntos! Era como un gran tractor que arrancaba el suelo, las rocas y los bosques, a veces arrastrándolos hasta el fondo del mar.

Y Lorenzo respondió:

— El mar está muy lejos de mí, pero en esa época el hielo también empujó las rocas por toda la pampa argentina.

Monte San Lorenzo con 3706 metros

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Luego de varios dimes y diretes, los dos niños de la Patagonia continuaron compitiendo por ser el que más sabía sobre lo que sucedió cuando el manto de hielo comenzó a derretirse:

— Aquí se derritió tanto hielo que el agua sirvió para formar esa gran laguna, ¿la ves?, se llama San Rafael. Muchos turistas de todo el mundo vienen en barquitos a ver los témpanos que caen de ese famoso glaciar — explicó Valentín, muy seguro de sí mismo.

— Alrededor mío he contado muchas más lagunas y glaciares que tú, pero no tan grandes como los que he visto aquí — reconoció Lorenzo para terminar la discusión de una buena vez.

Imagen en falso color de la Laguna San Rafael. En color rojo vegetación, en azul el agua y en blanco la nieve. 

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Después de un rato ambos siguieron riéndose de distintas cosas y se dieron cuenta de que era mejor ser amigos:

— Lamento haber sido tan desagradable — dijo Valentín. Parece que tú y yo tenemos muchas cosas en común, pero seguro que somos los únicos.

— ¡Te equivocas Valentín, hay muchísimos más niños en la Patagonia! — exclamó Lorenzo.

— ¿En serio? — preguntó Valentín, ya entusiasmado con la idea de tener más amigos.

— Si miras hacia el sur podrás ver el Campo de Hielo Sur, donde hay un volcán que lleva el nombre de un caudillo mapuche. Es Lautaro. A veces es un poco mal genio y sin aviso comienza a rugir, entonces el hielo alrededor ennegrece de miedo. A propósito, frente a Lautaro se derritió tanta agua que se formó un lago incluso más grande y profundo que el tuyo. Si lo miras desde Chile, se llama O’Higgins, pero si lo miras desde Argentina, lo llaman San Martín.

Y continuó:

— Un poco más lejos, hay varios cerros amigos, que viven apretaditos uno al lado del otro en un lugar que se llama el Circo de los Altares. Ellos son los cerros Fitz-Roy, Torre y el cordón Adela… y varios otros que no me acuerdo. Más al sur viven otros grandes cerros que algún día podríamos visitar, como el Murallón, el Balmaceda (bautizado igual que un presidente que tuvo Chile, hace más de 100 años) y el Paine, del que todos se ríen porque tiene cuernos.

Y así siguieron contándose historias los amigos más grandes de la Patagonia, el Monte San Lorenzo y el Monte San Valentín.

Agradecimientos

A Andrés Rivera, Glaciólogo de la Universidad de Chile, por sus valiosos comentarios, y a Bethan Davies, Geóloga de Royal Holloway University of London, por contribuir con el mapa del casquete de hielo de la Patagonia.