Revista Ciencias de la Tierra

Prejuicios y evolución humana

Hablar de evolución humana es algo tan nuestro y propio que la mayoría de paleoantropólogos caen a menudo en su lado más oscuro, en sus prejuicios e intereses. La proliferación de especies dudosas es sólo un ejemplo.

16 Febrero 2021 | Por David Rabadà

Palabras clave: Evolución humana – Prejuicios – Intereses 

Gran parte del relato evolutivo humano se halla señalado de visiones subjetivas. Uno, como aquí veremos, es el exagerado número de especies bajo prejuicios e intereses.

Un prejuicio es una idea que se desarrolla desde la emoción y no desde la razón. Nosotros, los humanos, nos creemos animales racionales en cuanto somos más emocionales que racionales; es decir, sentimos más que pensamos, o dicho de otro modo, prejuzgamos más que analizamos. Solo cabe ver al público durante un partido de fútbol, nuestras compras impulsivas o los votos en unos comicios, ¿acaso la mayoría analiza el programa electoral de cada partido? La verdad es que poseemos un cerebro emocional que surgió por evolución hace más de 200.000 años, un órgano que no estuvo jamás diseñado, a no ser bajo un buen adiestramiento, para el método analítico.

Nuestra mente evolucionó desde simios sociales hasta cazadores emocionales. Todo ello conllevó que nuestra percepción de la realidad no fuera unívoca y homogénea entre todos los seres humanos. La subjetividad reina entre nuestros pueblos. Levantamos espadas en contra de la religión del desconocido, desconfiamos del forastero y nos enamoramos sin saber su causa. Pocos humanos analizan y contrastan con más datos la realidad, más bien sucede todo lo contrario, percibimos las cosas por intuición y sin análisis previos. Quien opta por el contraste de informaciones se acerca más a la realidad, quien no analiza utiliza más sus prejuicios. De esta manera se elucubran grandes avances humanos evitando los dos grandes filtros que nublan la observación objetiva humana, las emociones adquiridas y las innatas, es decir, nuestra cultura aprendida y nuestra biología heredada.

|Glosario|

Homo habilis es una especie de humano arcaico del Pleistoceno inferior, vivió en el sur y este de África hace unos 2,3 a 1,65 millones de años. 

Homo ergaster es un homínido extinto, propio de África. Se estima que vivió entre 1,9 y 1,4 millones de años, en el Calabriense.

Homo Georgicus, apodado hobbit, es una especie extinta del género Homo que habitó Georgia hace aproximadamente 1,8 millones de años.

Homo antecessor es una especie extinta perteneciente al género Homo, considerada la especie homínida más antigua de Europa y probable ancestro de la línea Homo heidelbergensis – Homo neanderthalensis. Vivió hace unos 900.000 años.​

Para penetrar en el mundo de los prejuicios y de la evolución humana solo cabe analizar el concepto de especie. Este no resulta la panacea de la biología sino más bien su quebradero de cabeza. Si consideramos especie una asociación de organismos con genes compatibles para producir una descendencia fértil, ello no calza con los organismos que no se reproducen sexualmente, con los híbridos como las mulas, o con los fósiles que no podemos cruzar. En fin, que la naturaleza es más compleja de lo que suponíamos. Para superar la anterior paradoja se crearon dos conceptos de especie, el biológico y el paleontológico. El primero responde a una unidad evolutiva independiente que agrupamos según su compatibilidad genética, y el segundo, otra unidad evolutiva independiente que agrupamos según sus semejanzas físicas. Es decir, que son los expertos, y no la naturaleza, quienes deciden los límites entre una u otra especie. Y es esta dualidad artificial entre especie biológica y paleontológica la que permite que muchos expertos en evolución humana definan nuevas especies bajo criterios más que dudosos. Ejemplos de ello son el Homo habilis1, Homo ergaster2, Homo georgicus3 u Homo antecessor4 de quienes se han publicado muchos artículos desmintiéndolos.

| Homo habilis se halla hoy en día entre muchos ejemplares y distintos nombres, sin existir consenso en todos ellos. 

FOTOGRAFÍA DE DAVID RABADÀ

En todos los humanos anteriores la pregunta clave fue qué nivel de semejanza admitían sus creadores para situar el límite entre estas. Y la respuesta fue que la frontera entre estas especies se pixela cuando aumentamos el zoom sobre la línea. Es decir, la variabilidad dentro de cada especie humana es tan vasta que se confunden muchas entre sí. Sería como si unos supuestos expertos en cánidos definieran por cada variedad de perro una especie distinta a sabiendas que sus padres primigenios, los lobos, pueden cruzarse con nuestras mascotas dando descendencia fértil. Por lo tanto han sido algunos expertos quienes han deseado clasificar nuestros próximos evolutivos como especies distintas en cuanto no había datos suficientes para ello. La realidad es que no existe una línea de máxima precisión que separe muchas de las especies humanas creadas ya que la naturaleza no resulta clasificable al cien por cien. Por ello, y para que los expertos no se excedieran, se acordaron unos criterios mundiales para definir nuevos parientes humanos. Estas normas obligaban a describir tanto los estadios juveniles como los adultos de la especie a proponer.

| Homo ergaster  es para muchos expertos una variedad más del grupo erectus y no una especie distinta. 

FOTOGRAFÍA DE DAVID RABADÀ

Desgraciadamente se han ido creando decenas de especies sin seguir estos acuerdos internacionales. La proliferación de especies dudosas ha crecido a finales del siglo XX e inicios del XXI por dos razones. La primera por quienes se creen sus propios prejuicios y crean nuevos parientes bajo la ciencia ficción. Y la segunda por algunos pícaros que lo hacen por ansias de publicidad y personalismo logrando el favor de políticos y periodistas sin conocimientos científicos. Así, y de esta manera, consiguen grandes sumas de dinero para sus equipos de trabajo. Ambos, crédulos o pícaros, definen más especies de las reales en contra de la interpretación más lógica, de la realidad evolutiva y de la ciencia analítica. Cabe detallar que se definen especies para hacer comprensible nuestra evolución a sabiendas que nuestras clasificaciones no se corresponderán al cien por cien con la realidad. Con todo, y antes de crear una nueva especie sin fundamento evolutivo, hay que ser humilde, objetivo y lógico con los datos. Todo este contexto anterior ha abierto un arduo debate entre todos los paleoantropólogos del mundo.

Referencias

  1. Cela, C. & Ayala, F. (2001): Senderos de la Evolución Humana. Alianza Editorial.
  2. Rabadà, D. (2020): Prejuicios y Evolución Humana. Editorial Canalla.
  3. Sterelny, K. (2020): Richard Dawkins contra Stephen Jay Gould. Ediciones Arpa.