El Antropoceno: ¿verdad o exageración?
Algunos expertos proponen que hace algunas décadas, y producto de los impactos de la humanidad, se está desatando una nueva época geológica: el Antropoceno. En cambio, otros científicos lo consideran una exageración.
16 Noviembre 2020 | Por David Rabadà
Palabras clave: Antropoceno – Tiempo Geológico – Cambio climático
Los cambios de épocas geológicas han sido definidos en base a grandes extinciones globales y/o cambios ambientales generales. De este modo, los geólogos y paleontólogos han podido dividir la evolución en la Tierra en capítulos más o menos acertados. Por lo tanto, y para definir con solidez el Antropoceno, necesitamos un cambio global que condicione gran parte de la futura historia terrestre, y que pueda ser reconocido ampliamente en el registro geológico.
Según la Comisión Internacional de Estratigrafía1, se considera que el inicio del Antropoceno, concepto propuesto hace dos décadas, se situaría a partir de los primeros ensayos nucleares de los años cuarenta, estableciendo el año 1950 como fecha acordada, algo que coincide aproximadamente con la aceleración de dos hechos: la extinción de muchos organismos y el calentamiento global. Sin embargo, aún no ha sido formalmente definido como una unidad geológica.
El calentamiento global terrestre es un proceso natural que empezó aproximadamente hace unos 13.000 años. En aquellos tiempos, la humanidad consistía en unos miles de individuos diseminados por los cinco continentes dedicados a la caza y la recolección. Sin quemar todavía ni petróleo, ni gas, ni carbón, nuestra aportación en aquel cambio climático era insignificante. Es decir, aquel proceso empezó por causas naturales que los ciclos de Milankovitch2 describen y pronostican con cierta precisión.
Hoy en día sabemos que esta misma humanidad, y convertida en plaga, está aumentando los niveles de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero3. El uso masivo de hidrocarburos fósiles4 ha provocado que de los 280 ppm de dióxido de carbono atmosférico del siglo XIX hayamos rebasado los 400 ppm en la actualidad. Gran parte de este gas es asimilado por los océanos y arboledas, pero cerca de un 56% permanece en la atmósfera colaborando con el calentamiento global terrestre. Según datos del IPCC5 se estima que el 75% del efecto invernadero se debe a la polución humana. Esto explica que hayamos acelerado el calentamiento global a finales del siglo XX.
|Glosario|
Rama o especialidad de la geología que estudia la disposición y características de las rocas estratificadas, determinando su historia, edad y sucesión cronológica. Se relaciona estrechamente con la Paleontología.
Son variaciones periódicas de la órbita terrestre que provocan cambios climáticos planetarios.
Gases atmosféricos que absorben y emiten radiación dentro del rango infrarrojo, produciendo un efecto de calentamiento.
Compuestos químicos orgánicos constituidos por carbono (C) e hidrógeno (H), formados en millones de años por la transformación de materia orgánica en petróleo, gas y carbón.
Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático
Concepción filosófica que considera al ser humano como centro y medida de todas las cosas.
Extinción en la cual desaparece un 10% de las especies en 1 año o más, o bien un 50% de las especies entre 1 a 3,5 millones de años. Los paleontólogos Jack Sepkoski y David Raup, en el año 1982, definieron que han ocurrido cinco extinciones masivas en la Tierra. En el presente se hablan de seis.
En el tiempo geológico, abarca entre 485 y 444 millones de años.
En el tiempo geológico, abarca entre 299 y 252 millones de años.
En el tiempo geológico, abarca entre 145 y 65 millones de años.
De forma contraria, para otros expertos el cambio climático actual no ostenta suficiente rapidez ni energía como para considerarlo el inicio de una nueva época geológica. Los paleontólogos ordenan temporalmente los sucesos geológicos, aunque tal clasificación solo sea una aproximación a los hechos y no la realidad en sí misma. De hecho, la frontera entre las épocas geológicas, como entre las especies biológicas, se nos pixela cuando ampliamos la escala de nuestra visión sobre ella. Es decir, la gradualidad y el desorden de la naturaleza son tan vastos que no nos permiten llegar al último decimal de nuestras obsesivas clasificaciones. Somos nosotros quienes, al obsesionarnos a ver límites, no nos damos cuenta de que los hemos creado como una mera abstracción de nuestra mente, y que la realidad palpable sigue siempre lejos de nuestros modelos subjetivos. Por eso, al Antropoceno le han salido muchos detractores que lo consideran una obsesión humana que no encaja en absoluto con la magnitud del resto de periodos y épocas geológicas.
Una nueva época geológica debe ostentar en su base algo que garantice su existencia al menos durante unas decenas de millones de años, y si en esto la especie humana será su principal causa, tengo que defraudar al lector, porque la mayoría de los mamíferos grandes como nosotros solo han durado en la Tierra de unos miles a un millón de años, y en esto los fósiles y sus dataciones no mienten; nuestro antropocentrismo6 emocional quizás sí. Por otro lado, si comparamos las extinciones globales7 pretéritas con la actual, queda claro que la nuestra no logra ni mucho menos que las de los períodos Ordovícico8, Pérmico9 o Cretácico10. Durante las mismas expiraron entre un 30% a un 90% de las especies, mientras que actualmente no hemos exterminado ni un 1%. A nivel del registro fósil, la crisis actual podría considerarse más natural y dentro de la normalidad biológica. Además, las extinciones vigentes son de carácter más local, en las que los más afectados son los consumidores y, como sí pasó durante las extinciones globales pretéritas, no los productores primarios.
Así, y según estos críticos del Antropoceno, con solo una explosión nuclear o con la quema de hidrocarburos durante años estamos fuera de escala, tanto temporal como de intensidad, ante los grandes periodos geológicos. Quizás futuros paleontólogos, geólogos o expertos en nuevas disciplinas detectarán una leve baja en la biodiversidad para recuperarse después que nuestra peste hubiera sucumbido. Causas de esto no nos sobran, desde infecciones globales, guerras mundiales, catástrofes cósmicas o incluso la carencia de recursos que podrían aniquilar nuestra prepotencia. De todos modos, y cuando esto suceda, nuestros futuros científicos tendrán que encontrar buenos registros geológicos de lo ocurrido.
Por lo tanto, y desde esta perspectiva, el Antropoceno dejará de tener importancia, llegando a ser un mero chovinismo humano para conseguir financiación, y con buena intención, para proyectos de medio ambiente. Políticos ignorantes en ciencias abundan colaborando en la causa, y los prejuicios seguirán formando parte de nuestra evolución en la Tierra cuando esta sufra una nueva extinción, incluida la nuestra.